sábado, 23 de enero de 2016

SIN IDENTIDAD




DEJAS DE SER MADRE, PADRE, HIJA E INCLUSO AMIGA Y PASAS A SER TESTIGO.
ASÍ DE FACIL.

PORQUE LA IDENTIDAD, LAS SEÑAS DE IDENTIDAD DE UNA PERSONA NO SUELE SER ALGO DE QUITAR Y PONER.



sábado, 9 de enero de 2016

UN CUENTO DE VOLTAIRE







"En uno de mis viajes encontré a un viejo brahmán, hombre sensato, inteligente y muy sabio; además, era muy rico por lo que era más sensato aún, pues al no carecer de nada, no tenía necesidad de engañar a nadie. 
Su familia estaba muy bien gobernada por tres bellas mujeres que pugnaban por complacerle; y cuando no se distaría con sus mujeres, se dedicaba a filosofar. Cerca de su casa, que era hermosa, adornada y acompañada de jardines encantadores, moraba una vieja hindú, beata, torpe y bastante pobre. 
El brahmán me dijo un día: «Me gustaría no haber nacido».
 Le pregunté por qué. 
Me respondió: «Estudio desde hace cuarenta años y son cuarenta años perdidos; enseño a los demás, pero lo ignoro todo: esta circunstancia transmite a mi alma tanta humillación y hastío, que la vida se me hace insoportable. Nací, vivo en el tiempo, pero no sé qué es el tiempo; me encuentro en un punto entre dos eternidades, como dicen nuestros sabios, y no tengo ni idea de la eternidad. Estoy compuesto de materia; pienso, pero jamás he podido instruirme acerca de lo que produce el pensamiento; ignoro si mi entendimiento es en mí una simple facultad, como la de caminar, o la de digerir, y si pienso con mi cabeza lo mismo que cojo algo con mis manos. No sólo me resulta desconocido el principio de mi pensamiento, el principio de mis movimientos también está oculto para mí: no sé por qué existo. Pese a esto, todos los días me plantean preguntas acerca de estos temas y tengo que responder; no tengo nada importante que decir; hablo mucho, aunque me quedo confuso y avergonzado de mí mismo después de haber hablado. Es peor aun cuando alguien me pregunta si Brahmán  ha sido producido por Visnú, o si los dos son eternos. Dios es testigo de que no sé ni una palabra acerca de la cuestión, y eso se percibe en mis respuestas. «¡Ah! reverendo padre —me dicen— explíquenos cómo el mal inunda la tierra». Siento la misma ignorancia que los que me plantean la cuestión. A veces les digo que todo marcha bien en el mundo; pero los que se han arruinado o han resultado mutilados en la guerra, no creen nada de eso, y yo tampoco; me retiro a mi casa abrumado por mi curiosidad y mi ignorancia. Leo nuestros libros antiguos, y éstos incrementaron aún más mis tinieblas. Hablo con mis compañeros: unos me responden que hay que gozar de la vida y burlarse de los hombres, otros creen saber algo y se pierden en un marasmo de ideas extravagantes; todo incrementa el sentimiento doloroso que padezco. En ocasiones estoy a punto de caer en la desesperación cuando pienso que, después de todas mis investigaciones, no sé de dónde vengo, qué soy, adónde iré, ni que será de mí.» 

El estado de aquel buen hombre me produjo auténtica pena, pues nadie era más razonable ni más honesto que él. Y pensé que cuanta más inteligencia tenía en su cabeza y más sensibilidad en su corazón, más infortunado era. 

Vi el mismo día a la anciana que vivía cerca de él; le pregunté si se había sentido alguna vez afligida por no saber cómo está hecha su alma. Ni siquiera comprendió lo que le había preguntado: no se había detenido ni un segundo en su vida a reflexionar acerca de una sola de las cuestiones que atormentaban al brahmán; creía de todo corazón en las metamorfosis de Visnú, y con tal de que pudiera tener, a veces, agua del Ganges para lavarse, se consideraba la más dichosa de las mujeres. 

Impresionado por la felicidad de aquella pobre criatura, volví de nuevo a visitar a mi filósofo, y le dije: «¿No siente vergüenza de ser infortunado, cuando a su puerta hay una vieja autómata que no piensa en nada, pero vive feliz?» — «Tiene razón —me contestó—; me he dicho cien veces que sería feliz si fuera tan simple como mi vecina y, sin embargo, no quisiera tener este tipo de felicidad.» Esta respuesta de mi brahmán me produjo más impresión que todo lo demás; me examiné a mí mismo y vi que, efectivamente, yo no habría querido ser feliz si para serlo debía ser bobo.

 Les propuse el tema a otros filósofos, y todos coincidieron conmigo. «Hay no obstante —decía yo— una gran contradicción en esta manera de pensar, porque en definitiva, ¿de qué se trata? De ser feliz. ¿No importa ser inteligente o ser memo? 
Además, los que están contentos con su ser están mucho más seguros de estar contentos; los que razonan no están tan seguros de razonar bien. 
Está claro pues —decía yo— que habría que elegir no tener sentido común, por poco que ese sentido común contribuya a nuestro malestar.»
Todo el mundo estuvo de acuerdo conmigo; sin embargo, no encontré a nadie que quisiera aceptar el trato de convertirse en imbécil para ser más feliz. 
De lo que concluí que, si valoramos la felicidad, valoramos aún más la razón. 

Pero, después de haber reflexionado sobre el tema, creo que preferir la razón a la felicidad, es también algo muy insensato.

 ¿Cómo puede explicarse, pues, esta contradicción? Como todas las demás. Habría mucho que hablar al respecto."

VOLTAIRE



domingo, 3 de enero de 2016

¿quien es nuestro enemigo?






MATEO 6:13

"y libramos del mal"...

¿qué es el mal?...Unos diran que es aquello que nos hace daño y por lo general ese daño viene de un enemigo mas que de un amigo. Asi que viene a decir librame del enemigo.

¿y quien es nuestro enemigo?.
Muchas veces, por no decir todas las veces pensamos que un enemigo es una persona ajena a nosotros, lo conceptuamos fuera de nosotros como un ente diferente. El enemigo es el otro. Un enemigo es un contrario que quiere hacernos daño. Porque de contrarios encontramos multitud, pero no todos quienen dañarnos. Es alguien que nos odia.


Pero...¿qué pasa cuando ese enemigo que nos quiere mal somos nosotros mismos?...

¿Qué nos hace daño?...¿Por qué nos odiamos tanto?.

El odio...no el de la otra persona, sino el que siente uno mismo.
La envidia, los celos, el rencor, la intolerancia, la rabia...
Todo eso son nuestros enemigos...pero lo llevamos dentro. Asi que somos nuestro propio enemigo.
¿y cómo librarnos de ello?.

Normalmente cada uno de nosotros nos queremos bien. Si estamos sanos mentalmente, eso es lo que se espera: que nos queramos. Pero no podemos hacerlo si anidamos ese rencor, esa desconfianza, esa envidia...
No son cosas fisicas, pero el daño sí que puede ser fisico. Y peor aun, tambien es emocional.

Desconfiar del amigo, del que te ha abierto el corazon, tiene un pago enorme.
Creo que no hay nada peor en una amistad que la desconfianza.
Pensar mal del amigo, creer que tiene doblez...es tener una mente atormentada.

Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos. No pienses mal de nadie, no le imputes mal porque ese es tu mismo pensamiento, es como un espejo: lo que ves en el amigo es lo que anida en tu corazon.
No hay ningun enemigo que pueda contra nosotros cuando dentro de nuestro corazon todo es transparente. No hay contra quien enfrentarse. No hay maldad. No hay enemigo.

Que no haya ninguna maldad en nosotros, que todo sea transparente, abierto, sin maldad.
Que nadie nos haga daño, y que tampoco nosotros hagamos daño a nadie.

Ese es mi deseo para este año que empieza...